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PRESENTACIÓN

La reciente pandemia de Covid-19 obligó a una gran parte de la población mundial a adoptar nuevas rutinas de trabajo. El principal era retirarse al aislamiento y trabajar solo desde casa. Sin embargo, para una categoría profesional en particular, tal procedimiento no era nada nuevo. Los investigadores del mundo académico siempre han desarrollado sus actividades en soledad. La diferencia: solitario, pero no aislado.

Como señala Thomas Kuhn (1962), aunque la ciencia sea puesta en práctica por individuos, el conocimiento científico está directamente ligado a la producción de un grupo, es decir, una comunidad científica. Y, aun sin que exista un consenso sobre las especificidades del campo de la Comunicación como ciencia, se entiende que existe una comunidad científica construida en torno a objetos y temas comunicacionales similares desde hace al menos siete décadas. Pierre Bourdieu (1976), al conceptualizar el campo científico, enfatiza que este campo solo puede ser legitimado si hay, entre otros aspectos, reconocimiento, disputas por parte de los pares y una institucionalización de la acumulación de conocimientos generados en él.

Además de algunos cursos y grupos de investigación que ya se dedicaban al campo de la comunicación desde las primeras décadas del siglo XX, la institucionalización formal de los estudiosos del campo en asociaciones científicas se remonta a poco más de 70 años, con la creación de la International Communication Association (ICA), en enero de 1950 – inicialmente denominada Sociedad Nacional para el Estudio de la Comunicación (NSSC), hasta 1969–; y la International Association for Media and Communication Research (IAMCR), creada en 1957 bajo los auspicios de la Unesco.